
Tengo miedo de tus labios,
tiernos.
Y hambre de tus ojos,
fieros.
Siento sobre tu espalda
el viento,
e invento mi cuerpo en tu pensamiento,
y miento.
Quiero de condena tu cuello,
y ser preso por ello.
Cuento los besos que
rubrico en tu pecho,
y las caricias que
en verso te he hecho.